jueves, 14 de mayo de 2015

Botellas descartables para casas sustentables

Investigadores del CONICET crean ladrillos a partir de desechos plásticos.




Los ladrillos PET cuentan con una patente nacional obtenida en el año 2008, y un Certificado de Aptitud Técnica otorgado por la Subsecretaría de Vivienda y Desarrollo Urbano de la Nación en el año 2006. Foto: CONICET fotografía.

Uno de los residuos que más se acumulan en las ciudades son los envases no retornables de bebidas, un dato no menor si se tiene en cuenta que tardan 500 años en degradarse a la intemperie, y aún más si están enterrados.

En respuesta a esta problemática Rosana Gaggino, investigadora adjunta del CONICET en el Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE, CONICET-AVE), desarrolló junto a su equipo de colaboradores, un proceso para la utilización de plásticos reciclados en la elaboración de elementos constructivos, en este caso ladrillos de polietilen-tereftalato (PET).

“Usamos PET procedente de envases descartables de bebidas y cemento pórtland como ligante, más un aditivo químico que mejora la adherencia de las partículas plásticas al cemento”, detalla Gaggino.

La investigadora explica que el proceso se lleva a cabo triturando los plásticos con un molino, luego en una hormigonera común se hace una mezcla con el cemento pórtland y el aditivo, que luego se coloca en una bloquera manual que le da forma a los ladrillos. “El proceso es simple porque es como hacer bloques de cemento y arena, sólo que se remplaza la arena por las partículas de plástico PET”, asegura.

Entre las ventajas técnicas de estos ladrillos se puede mencionar que son cinco veces más aislantes térmicos que los convencionales de tierra, y además más livianos. “Un ladrillo de PET pesa 1.400 kg, mientras que el de tierra pesa aproximadamente un kilo más”, dice Gaggino.

Por otra parte, la investigadora agrega que los cimientos de una vivienda construida con estos ladrillos son menores que los de una convencional, ya que la vivienda en general es más liviana, y, al tener mayor aislamiento térmico, se pueden construir muros de menor espesor. “En vez de hacer paredes de 30 cm se pueden hacer de 15”, asegura.

Además, los estudios realizados indican que los ladrillos de PET y cemento tienen buena resistencia al fuego, ya que los resultados del Ensayo de Propagación de la Llama lo clasifican como material Clase RE 2: material combustible de muy baja propagación de llama.

En la actualidad estos componentes constructivos se utilizan para cerramientos y no con finalidad estructural por lo que se está trabajando en la modificación de la superficie del PET para aumentar la compatibilidad con el cemento, mediante la adición de productos químicos o cambios en el proceso de producción, y mejorar así las propiedades mecánicas de los componentes.

Gaggino hace hincapié en que un ladrillo de PET se hace con 20 botellas descartables, lo que resalta la importancia ambiental del proyecto, ya que puede ser una alternativa al ladrillo de barro cocido que consume suelo fértil, usa leña de los bosques, y produce contaminación atmosférica.


Pared de ladrillos PET
(Foto obtenida del Facebook de Fundación Energizar)


Por Jimena Naser
Sobre investigación:
Rosana Gaggino. Investigadora adjunta. CEVE.

Obtenido del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas http://www.conicet.gov.ar

sábado, 9 de mayo de 2015

Dónde van los herbicidas cuando llueve





Dónde van los herbicidas cuando llueve
Los pesticidas arrojados al ambiente se combinan con el suelo y pueden permanecer allí mucho tiempo. Con la lluvia, los compuestos tóxicos son liberados y pueden llegar a ríos, arroyos e, incluso, las napas. Un equipo de investigadores de Exactas UBA estudia en detalle las reacciones químicas entre las moléculas.

Los herbicidas, una vez arrojados en el medio ambiente, además de destruir las malezas, entran en combinación con el agua y el suelo. Los minerales arcillosos de los suelos, debido a que tienen un área superficial muy grande, son candidatos a retener mayor número de moléculas del herbicida. Foto: geralt/pixabay


Ante el uso masivo de herbicidas y pesticidas en la agricultura, se multiplican los estudios que analizan los efectos tóxicos sobre el ambiente, tanto en organismos animales como vegetales. Y, a pesar de que las etiquetas de los productos hablan de biodegradación, la realidad es que esas sustancias tóxicas interactúan con un conjunto de otras moléculas del ambiente, y se desconocen aún los efectos de esas combinaciones. Un equipo de investigadores indaga cómo es la interacción química entre el principio activo de un herbicida muy empleado en nuestros campos, el picloram, y ciertas arcillas que componen la mayor parte de los suelos de las pampas argentinas.

Cabe señalar que la combinación de picloram con otros herbicidas dio lugar al tristemente célebre agente naranja, empleado por el ejército estadounidense durante la guerra de Vietnam, en la década de 1960, con el fin de defoliar tierras forestales y rurales para privar a la guerrilla local de cubierta donde protegerse, y obligar a los campesinos a abandonar esas tierras arrasadas.

Además, el picloram, de la familia del ácido picolínico, es uno de los herbicidas más persistentes. De hecho, algunos estudios realizados en Canadá mostraron que entre un 10 y un 30% del compuesto se seguía detectando en los cultivos hasta un año después de su aplicación.

Pero ¿por qué se mantiene en el ambiente este compuesto tóxico? Lo cierto es que el herbicida picloram queda retenido en los sedimentos, y ello hace que su permanencia en el ecosistema sea mayor, según explica María dos Santos Afonso, profesora en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. En un trabajo publicado en Journal of Colloid and Interface Science, los investigadores detallan los procesos químicos que ocurren en las arcillas cuando su superficie entra en contacto con el herbicida. El primer autor es Jose Luis Marco-Brown, doctorado en el Departamento de Química Inorgánica Analítica y Química Física, de Exactas UBA, y actualmente, investigador del CONICET en la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad de San Martín.

Cuando llueve

Los herbicidas, una vez arrojados en el medio ambiente, además de destruir las malezas, entran en combinación con el agua y el suelo. Según el tipo de material con que interactúen, la unión química será más o menos perdurable. Los minerales arcillosos de los suelos, debido a que tienen un área superficial muy grande, son candidatos a retener mayor número de moléculas del herbicida.

María dos Santos Afonso y Jose Luis Marco-Brown.

Con la lluvia, el agua escurre y arrastra las moléculas del herbicida, que son liberadas en el medio acuoso desde la superficie de la arcilla. Pero la cantidad que se libera depende de cuán fuerte o débil sea la unión química establecida. Si la unión es muy fuerte, se libera menos herbicida y, por ende, es mayor la retención en el ecosistema y su persistencia en el tiempo. En cambio, si la unión es débil, el herbicida se libera fácilmente con la lluvia, pero puede terminar en los ríos y arroyos y en las napas subterráneas.

“Son dos fenómenos en contraposición –destaca dos Santos Afonso–; si la unión es lábil, el suelo queda libre rápidamente del compuesto, pero aumenta la probabilidad de contaminar las napas subterráneas. En cambio, si queda retenido en los minerales, la probabilidad de contaminar la napa subterránea es muy pequeña, pero el suelo queda afectado a largo plazo”.

Si bien muchos de los herbicidas incluyen en sus envases la leyenda de que son biodegradables, existen distintas formas en que ese proceso se realiza. Por un lado, los compuestos pueden degradarse en forma abiótica, es decir, mediante procesos químicos, inorgánicos. Por otro, la degradación puede efectuarse por la acción de microorganismos (biótica).

Otro proceso es la hidrólisis, que se da en el agua, donde la molécula se destruye. Pero, según remarca la investigadora, “siempre que hay un tipo de degradación, hay un producto final, depende de cuál sea ese producto y cuál su toxicidad. A veces, los compuestos de degradación son mucho más problemáticos que la molécula madre”.

Pero también hay otros factores que inciden en la toxicidad de un producto, por ejemplo, cómo está preparado el pesticida, qué aditivos y coadyuvantes posee, es decir, qué otras sustancias químicas componen el formulado, porque ellas también pueden ser tóxicas. Por ello los investigadores estudian el principio activo. Dos Santos Afonso comenta: “Para entender qué pasa con el herbicida, primero hay que trabajar con las sustancias puras; porque una marca registrada resulta de una combinación de sustancias, y es difícil saber cuál es la que produce el efecto que uno observa”.

En los experimentos, los investigadores prueban con diferentes proporciones y miden los efectos en todos los rangos. “Una sustancia en concentraciones como las que se usan habitualmente puede no ser tóxica, pero resulta tóxica por acumulación en el ambiente”, subraya la investigadora. Y agrega que los efectos son mayores a medida que el producto queda retenido en el suelo.

Biorremediación

Conocer cómo es la interacción entre los pesticidas y, en particular, entre los herbicidas y el suelo resulta imprescindible a la hora de decidir qué método emplear para remediar un ambiente contaminado. “Es necesario conocer en detalle cómo está constituido el lugar y cuál es la sustancia que uno quiere quitar del medio”, señala, y agrega: “Primero hay que saber qué sustancia es y cuál es la unión química con las moléculas del suelo”. Lo que se aplique para quitarlo dependerá de cuál sea esa reacción química. Saber cómo es esa reacción y cuán fuerte es la unión entre los compuestos sirve para decidir qué método usar para limpiar el sistema.

“El objetivo final es hacer un aporte para que se puedan establecer métodos de remediación que sean económicos y eficientes”, concluye dos Santos Afonso.

Obtenido de 
Gallardo Susana (6-mayo-2015), Dónde van los herbicidas cuando llueve, Nexciencia.exactas.uba.ar, disponible en http://nexciencia.exactas.uba.ar/herbicidas-plaguicidas-picloram-maria-dos-santos-afonso-medio-ambiente-biorremediacion 



viernes, 8 de mayo de 2015

Deforestación, agricultura y biodiversidad



APUNTES SOBRE EL PANORAMA GLOBAL Y LA REALIDAD DE CÓRDOBA 


Las tasas de deforestación sufridas por los bosques cordobeses no tienen parangón a nivel mundial, superando incluso a las correspondientes a bosques tropicales en otros países pobres. En este artículo, escrito especialmente para Hoy la Universidad, Marcelo Cabido –colaborador del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático que ganó el premio Nobel de la Paz en 2007– y Marcelo Zak, ambos investigadores y profesores de la Universidad Nacional de Córdoba, analizan la magnitud del problema a escala global y regional, haciendo hincapié en el caso de Córdoba.

El problema

La expansión e intensificación de la agricultura durante los últimos 50 años no registra precedentes en la historia de la humanidad. Entre 1960 y 2000 la población mundial se duplicó hasta alcanzar los 6.000 millones de habitantes, al tiempo que la economía global crecía seis veces; paralelamente, la demanda de alimentos y de servicios ecosistémicos aumentó en forma significativa. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés; 2001) la producción de alimentos casi se duplicó en ese período.





Parte de este incremento puede atribuirse a un aumento de alrededor del 12 % en la superficie cultivada, aunque no puede soslayarse el efecto de la “Revolución Verde” (cultivares de alto rendimiento, fertilizantes y pesticidas químicos, mecanización e irrigación), lo que implicó para el mismo lapso un incremento global del 700 % en el uso de fertilizantes y del 70 % en la superficie de cultivos bajo riego. Como consecuencia de ello, el rendimiento por unidad de área creció un 106% durante ese lapso.

Aún cuando la agricultura moderna ha logrado incrementar la producción de alimentos y fibras, al tiempo que aumentaba su demanda, los cambios en el uso de la tierra han desencadenado problemas ambientales a diferentes escalas, constituyendo la manifestación más evidente de la actividad humana sobre la biosfera. Tales transformaciones del territorio han ocasionado la pérdida de hábitats y biodiversidad, la alteración de la estructura y funcionamiento de los ecosistemas y la disminución de su capacidad para sostener la provisión de servicios (regulación del clima, producción de oxígeno, mantenimiento de la calidad del aire y del agua, desarrollo de los suelos, reciclado de productos de desecho) y recursos vitales (alimento, fibras, agua dulce, productos forestales).

Actualmente, cerca del 40% de la superficie libre de hielos del planeta está bajo agricultura, en tierras anteriormente cubiertas por bosques, sabanas y pastizales naturales. Tan sólo el reemplazo de bosques tropicales por cultivos sería responsable de hasta un 26% del total de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, al tiempo que contamos con evidencias suficientes del efecto de tales emisiones sobre el clima regional y global (por ejemplo el aumento de las temperaturas promedio en el planeta). Mientras tanto, la destrucción de hábitats naturales para producir alimentos u otros productos agrícolas destinados al consumo humano o animal (tal el caso de los afamados commodities), representa la más severa y extendida amenaza a la biodiversidad global (Millennium Ecosystem Assessmenmt 2003).

Magnitud, extensión y distribución del problema

Tanto la extensión como la distribución actuales de los territorios bajo agricultura constituyen un aspecto relativamente nuevo en la superficie de la Tierra. La expansión de la agricultura desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad ha sido mayor que durante todo el siglo XVIII y la primera mitad del XIX. Tal crecimiento ha ocasionado la pérdida neta de alrededor de 11 millones de km2 de bosques en los últimos 300 años (FAO 2004), pérdida que no se detiene, con valores anuales de deforestación de 146.000 km2 durante la década de los ‘90.

Las principales áreas de cultivo del mundo se encuentran en regiones con suelos productivos y condiciones climáticas adecuadas: el cinturón maicero de Estados Unidos, las praderas de Canadá, el cinturón cerealero de Europa, las llanuras de inundación del Ganges, las zonas de trigo y arroz del este de China, las pampas de Argentina y el cinturón triguero de Australia. Áreas de menor extensión ocurren en distintos lugares del mundo, mientras que grandes sectores de África se caracterizan por una agricultura de subsistencia.

Al presente, la superficie cultivada se está expandiendo en cerca del 70 % de los países del mundo, está disminuyendo en el 25 % y se mantiene estable en un 5 % de los mismos (FAO 2004). Si bien la presión de colonización de nuevas tierras para agricultura está en aumento a escala mundial, la extensión de la superficie destinada a agricultura y pasturas ha disminuido en los países desarrollados, lo cual contrasta con su continua expansión en los países en desarrollo [gráfico "Producción mundial..."]. Así, las evidencias muestran que la expansión reciente de bosques boreales y templados es superada por la continua pérdida de ecosistemas forestales en regiones tropicales, principalmente convertidos en tierras agrícolas (FAO 2001).

Aunque las estimaciones varían, la población mundial probablemente se incrementará hasta estabilizarse entre los 8 y 10 mil millones de habitantes hacia el año 2050. Junto a este crecimiento poblacional se observaun rápido incremento en el consumo per capita, siendo así posible que la demanda de alimentos aumente entre dos y tres veces hacia mediados del siglo. A pesar de los progresos tecnológicos en la genética de granos, en el control de pestes y malezas, y en las prácticas de laboreo (tal el caso de la siembra directa, por ejemplo), para satisfacer las necesidades expuestas -bajo la tecnología actual- la superficie total de tierras cultivadas debería incrementarse en un 18% (aproximadamente 15 millones de km2) en el mismo período [gráfico "Producción mundial..."]. Informes recientes de la FAO predicen incrementos de hasta 30 % en la superficie cultivada para América del Sur, el África Sub-Sahariana y, en general, para los países con economías en desarrollo.

Frente a estas tendencias cabe preguntarse cuáles serán las consecuencias de un nuevo aumento en la producción de alimento en las próximas décadas y qué impactos produciría tal incremento sobre el funcionamiento de los ecosistemas naturales (no agrícolas), y en los servicios que ellos ofrecen.

A juzgar por lo expuesto hasta aquí, la agricultura en el planeta habría ya superado un punto de inflexión amenazante, pasando de ser una causa menor de degradación ambiental hace tan sólo 35 años, a constituir la principal fuente de deposición de nitrógeno y fósforo en ambientes terrestres, acuáticos y marinos, como así también la causa más importante de la desaparición y fragmentación de hábitats y de la consecuente pérdida de bosques y biodiversidad.

Por otra parte, y dadas las limitaciones aparentes sobre las posibilidades reales de incrementar la producción de alimentos sólo a través de las innovaciones tecnológicas (intensificación), es probable que para doblar tal producción deba recurrirse, como se expuso en los párrafos anteriores, a un marcado incremento en la superficie cultivada. Así, y considerando que los mejores suelos se encuentran ya bajo algún tipo de cultivo, el aumento de la superficie para agricultura deberá ser desproporcionado para poder satisfacer una mayor producción. Tal aumento en la superficie cultivada ocasionaría la pérdida de unos 2,68 millones de km2 de ecosistemas naturales alrededor del mundo, por ejemplo los bosques subtropicales xerófilos estacionales remanentes en Córdoba y el norte argentino. La pérdida de ecosistemas naturales resultante incrementaría la proporción de especies amenazadas y/o en peligro de extinción. Paralelamente, provocaría también una emisión masiva de dióxido de carbono por clareo y tala. Aun más, dado que los ecosistemas de alta diversidad ocurren generalmente sobre suelos poco fértiles, tal el caso de selvas y sabanas tropicales, la conversión de ecosistemas pobres en nutrientes en tierras de cultivo produciría un impacto desproporcionado sobre la biodiversidad global. Si este efecto aumenta, como se proyecta para el doble de producción de alimento en las condiciones tecnológicas actuales, la agricultura transformará, sin margen de duda, el resto de los ecosistemas no agrícolas del planeta.

De esta manera, el impacto ambiental global de los cambios en el uso del suelo sobre los ecosistemas naturales y sobre los servicios que ellos proveen sería aun más grave que el del cambio climático global (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático 2000).


Panorama sudamericano, argentino y cordobés


En concordancia con las tendencias de alcance global, los principales factores de cambio en el uso y cobertura del suelo en América del Sur son la deforestación y la expansión de la agricultura. Algunos estudios dan cuenta de 4.277.000 km2 de bosques convertidos total o parcialmente para la agricultura en el continente. La deforestación de la Selva Amazónica fue muy reducida hasta 1975, pero hacia fines de los ‘90 se habían deforestado en el Amazonas brasilero cerca de 350 mil km2 de selvas, la mayor parte de ellas para cultivos. Este proceso de cambio en el uso del suelo, lejos de detenerse, ha continuado ininterrumpidamente hasta el presente, tal el caso de las tierras bajas de Bolivia, por ejemplo, donde se observan tendencias similares con una aceleración en la tasa de pérdida de bosques. Los mapas recientes de la vegetación del continente indican un proceso similar de expansión de la agricultura en el Chaco del sur de Bolivia y norte y centro de Argentina.

En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas (United Nations 2001) predice para América Latina la casi duplicación de su población, alcanzando 1.025 millones de habitantes hacia mediados del siglo; este crecimiento daría lugar tanto a la extensificación como a la intensificación del proceso de deforestación, principalmente para ampliar la superficie cultivada.

En la República Argentina, el incremento en la producción de granos ha seguido una tendencia similar a la de los demás países sudamericanos. En los últimos 50 años aumentó de 20 a 70 millones de toneladas, estimándose que pronto llegará a 100 millones.



Esto, como deriva de lo anteriormente expresado, implica una conversión sostenida de ecosistemas naturales en tierras agrícolas, lo cual ocurre primordialmente en seis de sus ecorregiones: las Selvas de las Yungas y Paranaense, el Chaco Seco, el Chaco Húmedo, el Espinal y la Pampa [gráfico "Ecorregiones de Argentina..."]. En las ecorregiones restantes la agricultura está muy concentrada en bolsones de riego –por ejemplo, los “oasis” cuyanos– y algunos valles –tal el caso de los patagónicos–, o bien se trata de agricultura y plantaciones de subsistencia, fuertemente limitadas por las condiciones climáticas y edáficas predominantes a escala local. En términos generales, la tasa de deforestación registrada por la FAO (2001) para Argentina (0,8 % anual) es ya una de las más altas de América del Sur, aunque resulta ampliamente superada en algunos sectores del territorio, tal el caso de la provincia de Córdoba.


En Córdoba están bien representadas tres de las ecorregiones mencionadas: el Chaco Seco, el Espinal y la Pampa [gráfico "Ecorregiones de Argentina...]. En el Chaco Seco (o Semiárido) un conjunto de factores concurrentes, demandas y precios del mercado internacional, paquetes tecnológicos, incremento en las precipitaciones en algunos sectores, han contribuido a un avance notable de la frontera agrícola durante la segunda mitad del siglo pasado. La expansión de la agricultura ha sido posible a partir de la conversión de grandes extensiones de bosques, lo que provocó tanto la desaparición de hábitats como su fragmentación a lo largo del centro y norte argentino, en las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Chaco y Formosa [gráfico "Evolución de la superficie..."].


Lamentablemente Córdoba constituye el más dramático ejemplo de esa realidad: los procesos de expansión de la agricultura en los departamentos del norte cordobés, entre 1970 y 2000, ocasionaron la pérdida de más de 10 mil km2 de bosques xerófilos estacionales (chaqueños) por conversión a cultivos anuales, principalmente soja. También el precio diferencial de la tierra en relación a sus altos valores en la ecorregión pampeana, sumado a un proceso de concentración de su propiedad en manos de grandes capitales, han promovido elevadas tasas de deforestación. En algunos territorios, (nuevamente el norte de Córdoba se presenta como ejemplo “de libro”), tales tasas han alcanzado valores entre los más altos del mundo.



Por su parte, el Espinal posee suelos muy aptos para el desarrollo de actividades agrícolas, por lo cual sus bosques comenzaron una franca declinación hacia comienzos del siglo XX. La expansión de la frontera agrícola desde la ecorregión Pampeana es responsable de la reducción de las masas boscosas, especialmente en las provincias de Córdoba y Santa Fé, quedando escasos manchones relictuales en una extensa matriz de cultivos anuales.

La ecorregión Pampeana ubicada en el sector sud-este de Córdoba, es la que más profunda y tempranamente fue transformada por la agricultura. El comienzo de la conversión de los pastizales del Río de La Plata estuvo asociado al arribo de los colonizadores europeos en la primera mitad del siglo XVI. A partir de la colonización, los herbívoros nativos, venados, ñandúes y en algunas áreas guanacos, fueron reemplazados por ganado exótico, mular, caballar, vacuno y ovino.El fuego, utilizado por los aborígenes para diversos objetivos como la caza y la comunicación, fue adoptado para el manejo ganadero, con lo cual los extensos y altos pajonales existentes antes de la colonización fueron convertidos en pastizales de pastos bajos.

Así, a lo largo del siglo XIX y principios del XX la mayor parte de los pajonales originales fueron reemplazados por tierras agrícolas, y los sitios con limitaciones edáficas (salinidad, anegamiento, entre otras) –tal el caso de los terrenos inundables del sur provincial, por ejemplo–, se transformaron en pastizales bajos, destinados a la producción de carne. Esta etapa estuvo también caracterizada por la introducción de especies exóticas, principalmente del Mediterráneo, adaptadas a condiciones de suelos con laboreo. Durante las últimas décadas la agricultura se expandió considerablemente por cambios en los mercados globales y por la incorporación de nueva tecnología. De esta forma se llegó a la siembra directa, de la mano de la aplicación del herbicida glifosato, de la incorporación de variedades vegetales genéticamente modificadas y de la implementación del sistema trigo-soja. En las tres ecorregiones mencionadas la difusión de la siembra directa fue acompañada por la de la soja [gráfico "Evolución de la producción..."].


El resultado final de los procesos de conversión de ecosistemas naturales a campos de agricultura en Córdoba se observa en el gráfico "Cobertura de la vegetación...". Aproximadamente 120.000 km2 de bosques presentes en la provincia a comienzos del siglo XX han sido reducidos a 6.400 km2 de bosques relativamente bien conservados, 10.600 km2 de bosques de sustitución y 9.600 km2 de matorrales.


Mirando al futuro

Al tiempo que nuestro país recuperaba la tan anhelada vida democrática, la expansión de la agricultura, y con ella el avance de la frontera agropecuaria a instancias de los bosques nativos, iba tomando trágica forma en la provincia de Córdoba. Así, los gobiernos de turno no fueron capaces, por comisión u omisión, de garantizar el “derecho de los habitantes a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”, cómo versa el Art. 41 de la Constitución Nacional, ni de “resguardar la supervivencia y conservación de los bosques”, tal como indica la Constitución de la Provincia de Córdoba en su Art. 68. Entonces, bien podría sostenerse que la deforestación sufrida por la provincia de Córdoba es, además de inaceptable y ruinosa desde lo ambiental, inconstitucional, comprometiendo a los sucesivos responsables de la administración pública en instancias de incumplimiento de sus deberes. Así, y sumado al escaso mérito personal de los tomadores de decisiones sucesivos y eventuales, se agregó una preocupante complicidad muchas veces inconsciente, aunque no por ello menos grave. Esto, combinado con la ambición privada desmedida en un período de expansión del mercado internacional de granos y de la tecnología de producción de alimentos, gestó una combinación explosiva que, unas pocas décadas después, nos posiciona en una situación límite, sin más alternativas futuras que la simple y total protección de los escasos relictos de vegetación nativa.

Lamentablemente, al igual que en muchos otros aspectos relativos a lo ambiental, las posiciones de compromiso intermedias son inviables por lo ineficaces que resultan: así, no se puede abrir el juego simultáneamente a la protección de los bosques y a la expansión agroganadera, no en esta instancia, resulta demasiado tarde para ello.

Las tasas de deforestación sufridas año a año por los bosques cordobeses no tienen parangón a nivel mundial, superando incluso a las correspondientes a bosques tropicales en otros países pobres que, como consecuencia, resultan aun más infortunados. Sucede que cuando se pierden los ecosistemas de bosque desaparecen también, junto a la pérdida obvia de bienes forestales, los servicios ecosistémicos que estos proveen y que redundan en beneficios continuos, gratuitos e insustituibles para las poblaciones humanas (tal el caso de los servicios de purificación del aire y el agua, de formación y retención de suelos, de control de sequías e inundaciones, de polinización, entre tantos otros).

Lamentablemente esto no es comprendido cabalmente por muchos formadores de políticas y emprendedores privados, por lo cual resulta necesario traducirlo aun más claramente: sin los ambientes naturales los sistemas de soporte de vida colapsan, y con ellos nuestra propia existencia, sin alternativa, sin solución. Siendo esto así, ¿existe aún algo que deba ser discutido al respecto? Esto ha sido suficientemente probado por un sinnúmero de estudios realizados alrededor del mundo por los más prestigiosos científicos y técnicos, siendo por ende incontrastable con posiciones basadas simplemente en pareceres particulares, tan a menudo utilizadas para, en la confusión, apoyar dudosas intenciones.

Bien sabemos entonces qué ocurrirá si persistimos en la conducta irresponsable, egoísta y malintencionada que nos ha llevado hasta el estado actual de cosas. Pero, ¿qué queda entonces por hacer? Tristemente no mucho, aunque quizás sea tiempo de retomar los votos de nuestros mejores próceres nacionales, aquellos que 200 años atrás pensaron en una nación posible, con un espacio para todos y cada uno de nosotros.

A esta altura, y en este orden de cosas, ello implica la puesta en vigencia de una ley que proteja sin más dilaciones los escasos bosques nativos del territorio provincial, lo cual sólo será posible si nuestros legisladores se comprometen con la propuesta realizada oportunamente sobre la base de un enfoque científico y ampliamente participativo por la Comisión de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos (COTBN). Si esto así ocurriera, si la Unicameral cordobesa enarbolara el espíritu de tal propuesta en defensa del patrimonio ambiental relictual de Córdoba, podríamos comenzar a reandar un camino signado por numerosos fracasos en la política ambiental de Córdoba, 200 años después.
Por Marcelo Cabido y  Marcelo Zak 

Publicado el 22/2010/Junio en
Entrada del blog que se relaciona a este tema
Temas relacionados :  Inundación - herbicida, glifosato, Pesticidas en hielos, Pesticidas en la Antártida

lunes, 4 de mayo de 2015

ADBIA Ciclo de Conferencias Itinerantes 2015 – Primera propuesta

Asociación de Docentes de 
Ciencias Biológicas de la Argentina
Filial 7


Ciclo de Conferencias Itinerantes 2015 – Primera propuesta


Disertante
Temas
Público

Pedro Héctor

Evaluar, enseñar y aprender un proceso inseparable

Profesores de Educación Secundaria y Formadores de Formadores


Alicia Seferian
María Ruina
Victor Furci

Las Ciencias Naturales en la Escuela Primaria. Reflexiones y propuestas para abordar algunos problemas de enseñanza.


Profesores de Educación Primaria y Formadores de Formadores

Alicia Seferian

Química y su Enseñanza: ¿Qué hay de nuevo ahora?


Profesores de Educación Secundaria y Formadores de Formadores



Elizabet Borches y Carolina Roni

"Reponer el sentido a los contenidos de enseñanza. Situaciones de lectura y escritura en biología al alcance de nuestras manos" 



Profesores de Educación Secundaria y Formadores de Formadores

"Cómo preparar el abordaje de contenidos difíciles: analogías, imágenes y narrativas" 


"Leer y escribir para aprender y participar. Cuando saber Biología se convierte en una necesidad, una herramienta y una pertenencia" 


María Alicia Andechaga


Mi ciudad y la Antártida 
llegan a la escuela


Todos los niveles y Formadores de Formadores

Beatriz Libertini

La apropiación social de la ciencia y la tecnología: la controversia en torno a los cultivos transgénicos”.

Profesores de Educación Secundaria y Formadores de Formadores


Leonardo González Galli

Evolución biológica y didáctica de la biología evolutiva (problemas para la enseñanza y el aprendizaje de la evolución y propuestas innovadoras). 


Profesores de Educación Secundaria y Formadores de Formadores

María Victoria Plaza

 Educación para las Sexualidades con perspectiva de género

Profesores de Educación Secundaria y Formadores de Formadores (Por separado)

Mail enviado por Filial 7

Estimados Socios: 
                          en primer lugar les pedimos disculpas pero tuvimos un inicio de año laboral muy complejo y eso hizo que no llegáramos a lanzar el ciclo de conferencias en abril como habíamos programado.

                          Les adjuntamos la primer serie de propuestas que tenemos para ofrecerles. Si omitimos alguna de las ofertas que generosamente nos acercaran, les pedimos disculpas y solicitamos nos la reenvíen para su publicación.

                          Recordamos que. de interesarles alguna de las propuestas, los pondremos en contacto con el oferente para coordinar una fecha viable para ambos. Concretado el evento, la institución que nos recibe se hace responsable de la difusión y logística del evento y la Filial 7 asume la responsabilidad de los costos de traslado del tallerista o conferencista.

                          Confiando en que sumamos un grano de arena a la mejora sostenida de la enseñanza de la biología y las ciencias naturales en la educación obligatoria,

                          los saludamos cordialmente,
Gabriel, Héctor y Mariana
Equipo de coordinación Filial 7
ADBiA Filial 7 
adbia7@gmail.com

Sede: Centro de Información e Investigación Educativa (CIIE) de José C. Paz
Leandro N. Alem 4593 - José C. Paz - C.P: 1665
Tel: 02320 - 665097
​ (Lunes, martes, miércoles y jueves de 14 a 16hs)​

sábado, 2 de mayo de 2015

Producir sin Destruir






Producir sin destruir

Un proyecto relacionado con el manejo ganadero en pastizales de la provincia de Buenos Aires, llevado adelante por un equipo interinstitucional encabezado por el biólogo David Bilenca, obtuvo el segundo puesto entre los premios “Fidel Roig 2014” al uso sustentable de la biodiversidad, entregados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

La aplicación del sistema de “pastoreo controlado” fue positiva, tanto para el ganado como para el venado de las pampas y las aves típicas de los pastizales.

La cuarta edición de los premios “Fidel Roig” se presentó más competitiva que nunca. Se trata de una convocatoria organizada por el MINCYT para distinguir iniciativas que hayan logrado transferir los resultados de investigaciones en propuestas que impulsen el uso sustentable de la biodiversidad en nuestro país.

En esta oportunidad, el proyecto “Un manejo ganadero sustentable logra conciliar objetivos productivos y de conservación de la biodiversidad. El caso del Parque Nacional Campos del Tuyú y campos ganaderos en Bahía Samborombón”, obtuvo el segundo puesto, que fue reconocido con la suma de veinte mil pesos. “El que más nos motivó para que nos presentáramos fue Vida Silvestre”, cuenta David Bilenca, investigador de CONICET, profesor de Exactas UBA y responsable del proyecto. Y añade, “Es lindo recibir un reconocimiento por el trabajo que venimos desarrollando y esperamos que sirva para darle más visibilidad y para que sea de interés para más gente”.

La iniciativa presentada reúne los resultados del trabajo realizado entre 2011 y 2013 por un equipo interinstitucional del que participaron, además de Bilenca, Mariano Codesido y Lorena Pérez Carusi, del Grupo de Estudios sobre Biodiversidad en Agroecosistemas del IEGEBA (UBA-CONICET); investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA; la Fundación Vida Silvestre; INTA, y la Administración de Parques Nacionales.

Mariano Codesido y David Bilenca.

- ¿Cómo surgió el proyecto?

– Nuestro grupo de investigación se dedica a ver cómo responden distintos grupos de vertebrados a cambios de uso de suelo y manejos agropecuarios, fundamentalmente en la región pampeana. La Fundación Vida Silvestre actuó como articuladora del proyecto ya que nos fue convocando a las distintas partes con la idea de desarrollar y poner en práctica un manejo productivo de la ganadería sobre pastizales naturales en la zona de la Bahía de Samborombón que posibilitara, a la vez, una mejora en el aspecto productivo junto con la conservación de la biodiversidad de la zona. Creo que el gran salto de calidad que tuvo esta iniciativa fue la estructuración de los diferentes saberes y capacidades de los distintos grupos en el marco de un solo proyecto.

- ¿Por qué se eligió esa zona de la provincia de Buenos Aires?

– Primero hay que decir que la identidad fisonómica de la vegetación de las pampas es el pastizal. Pero todo está tan transformado que el único lugar donde quedan pastizales es en esta zona de la pampa deprimida. El Parque Nacional Campos del Tuyú fue creado con el objetivo de conservar lo que queda del pastizal pampeano y, sobre todo, la última población de venado de las pampas que allí vive. Pero es una fracción muy pequeña de tierra, entonces para realizar un esfuerzo de conservación de la población de venados, necesariamente tenés que trabajar en conjunto con los campos ganaderos vecinos. Para eso había que motivar a los productores explicándoles que con estos manejos se iba a favorecer la conservación del venado pero también la producción de su pastizal y, por ende, la de los animales que tienen en sus campos. Trabajamos junto con nueve productores ganaderos.

- ¿Qué características tenía el sistema que implementaron?

– La propuesta de manejo la llamamos “pastoreo controlado”. Consiste en “apotrerar” el campo -es decir poner los alambrados- por ambientes, en lugar de la tradicional forma geométrica, sumado a un pastoreo rotativo. Entonces, los animales pasan un tiempo en cada uno de estos ambientes tratando de congeniar sus demandas estacionales de alimentación con las características ecológicas y épocas de crecimiento de los principales grupos y especies de valor forrajero presentes en un campo. Este manejo lo preparó el grupo de Agronomía y nosotros observamos que con él, los venados, que habitualmente entran en conflicto con el ganado podían coexistir con los vacunos, quizá no en el mismo potrero, pero sí en el mismo campo. También pudimos comprobar que este método beneficiaba a las aves que eran típicas de estos ambientes y que necesitan de los pastizales altos para reproducirse, para alimentarse, para refugiarse.

- ¿Qué respuesta recibieron de parte de los ganaderos?

– En general fue muy positiva. Algunos incluso están analizando la posibilidad de proponer a sus campos como áreas privadas protegidas, lo que les permitiría obtener algunas ventajas económicas, como exenciones impositivas o algún subsidio.

- ¿La idea que se plasma en este proyecto, puede llegar a replicarse en otros lugares?

– Eso es lo que esperamos. Creemos que el premio puede significar un espaldarazo para tratar de ampliar la escala del proyecto a toda la región de la pampa deprimida. Por otro lado, ahora nos presentamos con el mismo concepto a un llamado que hizo la Agencia, junto con la Secretaría de Ambiente, para promover este tipo de proyectos de investigación para la zona de los bosques del chaco húmedo. Tenemos que investigar cuáles son las posibilidades que ofrece ese ambiente para manejarlo de una manera en la cual, sin sustituirlo, permita desarrollar objetivos de producción, de ganadería bajo bosque, pero manteniendo los algarrobos, los quebrachos y la fauna que vive en ese ambiente. Somos optimistas en que se pueda concretar.



Información obtenida en
Rocca, Gabriel (2015), Producir sin destruir, Nexciencia, UBA, disponible en http://nexciencia.exactas.uba.ar/premio-fidel-roig-david-bilenca-ecologia-conservacion-ganaderia-pastoreo-controlado-mariano-codesido-campos-del-tuyu

NeX ciencia es Noticias Exactas (http://nexciencia.exactas.uba.ar), un sitio  desarrollado integralmente por la Subsecretaría de Comunicación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, República Argentina.

Para conocer cómo son los "Pastizales" y el "Parque Nacional del Tuyú" recomiendo ver los siguientes videos el primero de la Administración de Parques Nacionales y el último de Canal Encuentro 




Parques Nacionales de Argentina, (5 -Dic-2013), "En Los Campos del Tuyú" disponible en
https://www.youtube.com/watch?t=1479&v=IAL8ZPKVzkM



Parques Nacionales de Argentina, (29-Jun-2016),"Capítulo 4 - Serie Equilibrios - Parque Nacional Campos del Tuyú" disponible en https://www.youtube.com/watch?v=1Ajr9MpCWQY