sábado, 23 de abril de 2016

El cambio climático en la Antártida




En este video, publicado el 22 de abril en la cuenta facebook del Ministerio de Defensa-Argentina, la jefa científica de la Base Carlini nos cuenta su trabajo. La bióloga marina María Liliana Quartino comenta cómo se estudian las modificaciones que sufre la Antártida bajo los efectos del cambio climático en la Caleta Potter, Base Carlini.  

Fuente:

sábado, 16 de abril de 2016

Proyecto 2016 - SALVEMOS AL ADELIA

Este año se trabajará en forma integrada en las áreas de Ciencias Naturales, Biología, Artística, Prácticas del Lenguaje y Construcción de la Ciudadanía en el proyecto 2016, SALVEMOS AL ADELIA.

Los cursos que participarán son de 1ro a 4to año de la escuela secundaria.

En el transcurso de los meses se irán realizando diferentes actividades usando los materiales que abajo se publican para  generar una campaña informativa sobre el Cambio Climático y las sugerencias para ayudar a disminuir los efectos. 

Se eligió al Pingüino Adelia por ser una especie que a mostrado el impacto por la falta de alimento (Krill) y menor éxito reproductivo en los últimos años. 



sábado, 9 de abril de 2016

Vortex, un molino de viento sin palas

El dispositivo consiste en un cilindro cónico que oscila y aprovecha la aparición de remolinos de viento


Vortex Bladeless consiste en un cilindro cónico vertical anclado al terreno mediante una varilla elástica que, con el paso del aire a su alrededor, oscila y, gracias a un sistema de bobinas e imanes, permite la generación de electricidad con ese movimiento. Los diseñadores de este aerogenerador son David Yañez, David Suriol y Raúl Martín)
Cuando una estructura cilíndrica, como una chimenea, se interpone en el curso de un fluido como el viento (cuando el flujo es laminar, es decir, que discurre de forma ordenada y estratificada), se produce un fenómeno denominado calle de vórtices Von Kárman. El fluido forma un patrón cíclico de remolinos de movimiento espiral que azotan la estructura y la hacen oscilar de un lado a otro. Muchas torres y chimeneas sufrieron los efectos de este fenómeno hasta que el físico Theodore von Kárman descifró su explicación aerodinámica en 1911.

Energía Limpia XXI destaca que Vortex es un 60% más efectiva que la tecnología eólica que hoy conocemos produciendo menos ruido, en menos espacio y evitando la muerte de miles de aves que se son golpeadas por los molinos tradicionales.

Desde entonces la ingeniería contempla estos vórtices y dispone de métodos de prevención para evitar que se comprometa la solidez de las infraestructuras. Ahora, lastart-up española Vortex Bladeless ha decidido dar un giro al planteamiento y aprovechar este fenómeno para generar energía eólica. Para ello ha creado Vortex, un aerogenerador sin palas que oscila de un lado a otro de acuerdo con el viento para captar la energía cinética.


Recreación en 3D de los aerogeneradores sin palas;
futuros modelos podrán alcanzar más de 
100 metros de altura. Crédito: Vortex.

Estos remolinos son un problema que, habitualmente, los ingenieros tratan de evitar por todos los medios, porque se les podrían caer los edificios”, explica el cofundador de Vortex Bladeless, David Suriol. El responsable explica que su caso es justo el contrario: “Nosotros lo buscamos deliberadamente y lo optimizamos".

Para ello, la empresa ha creado una estructura cuya geometría se acopla a la frecuencia de oscilación de los remolinos y los empuja a reproducirse de forma ordenada en torno a ella. El aerogenerador contiene un sistema de bobinas e imanes integrados en un mecanismo que además de generar energía eléctrica logra que la estructura se “sintonice” a la frecuencia adecuada para mecerse al ritmo de los remolinos de forma óptima.

A simple vista, el dispositivo se presenta como un cilindro vertical en forma de cono fabricado con fibra de vidrio, lo que lo hace tanto ligero como rígido. Los prototipos actuales alcanzan los seis metros de altura, aunque la empresa planea hacer versiones mayores. En 2015 lanzarán un modelo de 12,5 metros y de aquí a tres años, otro de más de 100 metros. “Cuanta mayor sea la altura, mayor será su rendimiento”, explica Suriol.

Al funcionar sin palas, el diseño elimina muchas de las partes móviles y mecánicas del molino tradicional, lo que reducirá notablemente los costes de fabricación y de explotación de la energía eólica”, asegura el cofundador. Estima alcanzar una disminución de costes en el proceso de construcción de un 53% frente al de un aerogenerador normal. Además, “la reducción del tamaño y la ausencia de palas facilitará también las labores de transporte y mantenimiento”, detalla el responsable. Los materiales con los que se construye también tienen un menor impacto en la huella de carbono, “ya que como no tiene sistemas de engranaje, Vortex no necesita aceites”, añade. 

Además de abaratar costes, esta tecnología presenta otras características beneficiosas frente a otros modelos. Suriol explica que Vortex puede generar energía en un amplio rango de velocidades del viento, “mayor que el de los aerogeneradores convencionales”. En concreto, su dispositivo arranca a partir de una velocidad de viento de un metro por segundo, “menor a la requerida por un molino tradicional”, explica. Los molinos multipala se ponen en funcionamiento a partir de los tres metros por segundo.

La forma cilíndrica de la estructura también elimina la necesidad de orientar el aerogenerador en dirección a la corriente de viento, como debe hacerse con los molinos con palas, aunque, ante las mismas condiciones, la energía que produce Vortex sería aproximadamente un 30% menor a la que genera un molino tradicional.

Por otro lado, el diseño también hace a Vortex menos invasivo en el paisaje natural y la ausencia de palas lo hace menos peligroso para las aves. Tampoco hace ruido, lo que reduce aún más su impacto medioambiental.




Para explicarlo gráficamente, sería algo parecido a la acción del viento sobre una persona con melena. Las ondulaciones del pelo serían los remolinos o vórtices de Von Karman que genera el viento tras acariciar la cara, que sería la que absorbería la energía generada por la oscilación, en este caso, del mástil.



Se trata de un efecto que en ocasiones ha provocado graves problemas en grandes obras de ingeniería como el puente estadounidense de «Tacoma Narrows», que se vino abajo en 1940 tras un colapso estructural provocado por la confluencia de la frecuencia natural de la oscilación del puente y la de los remolinos.



Lo que en aquella ocasión fue un problema, en este caso ha sido aprovechado para este salto tecnológico que pretende absorber la energía del aire a partir de una estructura que consta de una especie de mástil que comenzó teniendo el aspecto de un bate de béisbol y ahora parece más estilizado con una forma más cónica


Pese a que la función es la misma que la de los molinos con aspas, la metodología es totalmente distinta, ya que los nuevos 'molinos' parten de una estructura cónica de unos 12,5 metros de alto, que absorbe la energía del viento a partir de los remolinos que ella misma genera con la acción del aire cuando la hace vibrar.





Hacia lo piezoeléctrico

A medio y largo plazo, los investigadores de Vortex Bladeless trabajan en una forma alternativa a la inducción electromagnética para generar la electricidad a partir de las oscilaciones de Vortex. Esta alternativa estaría basada en la piezoelectricidad.

Este fenómeno, descubierto en 1880 por los hermanos Pierre y Jacques Curie, ocurre en algunos cristales como el cuarzo, que carecen de centro de simetría. Al comprimirlos, su masa se polariza y genera un potencial eléctrico.

Desde su descubrimiento, la piezoelectricidad (del griegopiezein, “estrujar o apretar”) ha servido para diversos propósitos, desde el diseño del sónar de los submarinos y el mecanismo de los mecheros y los relojes, hasta las pastillas que amplifican la señal acústica de las guitarras. La piezoelectricidad también se ha venido utilizando para aplicaciones de energy harvesting, pero no para generación de grandes cantidades de energía.

En el caso de Vortex, al incluir materiales piezoeléctricos en el interior del cilindro, las oscilaciones del viento deformarían los componentes, produciendo así electricidad. “Por ahora los materiales piezoeléctricos que existen no tienen la potencia suficiente para ser rentables, necesitaríamos toneladas”, explica Suriol. No obstante, ya hay distintos grupos de investigación que están trabajando en nuevos materiales, basados en plásticos y cerámicas, con mayor potencia y menor peso “que sí serían interesantes para Vortex”, concluye.


Fuente:

Las ventajas de la energía solar fotovoltaica



Los sistemas FV autónomos podrían utilizarse en casas y edificios, aún sin regulación ni subsidios, para reducir el consumo eléctrico o como back-up energético básico ante un corte de suministro.

ENERGÍA SOLAR FOTOVOLTAICA.
Es la energía renovable mundialmente
más utilizada en la industria de la construcción.

La energía solar fotovoltaica es hoy la energía renovable mundialmente más aplicada en la industria de la construcción. Esto se debe a la distribución uniforme y abundante del recurso solar, a su facilidad de aplicación y a una reciente gran reducción de sus costos.

En Argentina, en los últimos cinco años, su precio se ha reducido en más del 60%. Estos sistemas se adaptan perfectamente a la arquitectura, y utilizados correctamente integrados a la edificación, pueden disminuir la carga térmica del edificio y agregar valores estéticos y de responsabilidad empresaria ambiental y social. Esta práctica se conoce internacionalmente como Building Integrated Photovoltaics.

Los sistemas fotovoltaicos pueden ser autónomos –típicamente usados en áreas rurales– o conectados a la red eléctrica, ya sea en grandes centrales de potencia o bien en instalaciones de baja potencia, ubicados sobre nuestras cubiertas, fachadas o nuestras medianeras asoleadas. Esta última modalidad se llama Generación Distribuida, y conlleva entre otras ventajas la reducción de los costos de la red de distribución, su descongestión y la mejora de calidad del servicio eléctrico, sobre todo en épocas de mayor demanda. Esto resulta especialmente atractivo para la ciudad de Buenos Aires y otras zonas urbanas, donde actualmente en épocas de mayor consumo se recurre a equipos generadores contaminantes para subsanar problemas de distribución.

En la Argentina, la Generación Distribuida es aún incipiente. Lamentablemente no contamos todavía, ni a nivel nacional ni provincial, con un marco regulatorio legal para conectar las pequeñas instalaciones domiciliarias a la red eléctrica de baja tensión. Las primeras regulaciones con que cuentan algunas provincias pioneras resultan de compleja aplicación y no han obtenido resultados satisfactorios hasta la fecha. Por el contrario, Uruguay y Chile poseen ya reglamentaciones que han permitido un fuerte desarrollo de la generación fotovoltaica en los dos últimos años, superando, solo en el ámbito de la Generación Distribuida, la capacidad total instalada en Argentina.

En países donde esta tecnología y modalidad ha sido históricamente fomentada desde el estado, los datos pueden resultar sorprendentes.

Alemania –cuya latitud y asoleamiento están lejos de ser favorables para este tipo de instalaciones si las comparamos con Argentina– cuenta con un aporte energético fotovoltaico del 5% de su producción total. Con una potencia instalada de 35.000 Megavatios conectados a la red, en ciertos días y horas del año, hasta el 45% de su demanda energética instantánea puede ser abastecida solamente con energía solar fotovoltaica.

Hoy por hoy, una instalación solar en nuestra terraza no nos salvaría totalmente de un corte de luz, al menos que tengamos un gran banco de baterías para almacenar la energía, lo cual resulta prohibitivo desde el punto de vista de los costos, sin embargo los sistemas fotovoltaicos autónomos podrían utilizarse actualmente aún sin regulación ni subsidios en edificios y viviendas, para reducir el consumo eléctrico o como back-up energético de los servicios básicos en momentos de corte de suministro eléctrico, como el bombeo de agua o el funcionamiento de una heladera.

En Buenos Aires, son escasos los edificios que cuentan con paneles solares fotovoltaicos conectados a la red, como la Agencia de Protección Ambiental, la Legislatura porteña (foto) o el Centro Constituyentes de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Un proyecto de desarrollo tecnológico formado por un consorcio público-privado, el Iresud, (http://iresud.com.ar/) provee el marco legal para que esto ocurra, hasta tanto la actividad esté regulada.

El proyecto Iresud comenzó a ejecutarse en el año 2011 con el objetivo de promover la generación eléctrica a partir de energía solar fotovoltaica conectada a la red de 220V. en forma distribuida en áreas urbanas. Esta iniciativa de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Universidad Nacional de San Martín junto con empresas privadas del sector y financiada parcialmente por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, realizó más de 50 instalaciones piloto con la participación de universidades y organismos oficiales de 15 provincias.

Los sistemas ya conectados, algunos a la red interna de los edificios y otros a la red pública, inyectan energía a partir de paneles fotovoltaicos y permiten evaluar eficiencia, conocer y analizar funcionamientos de equipos en nuestra red.

El proyecto abarca las áreas necesarias para que, a futuro, la energía solar distribuida y conectada a red sea una opción contemplada en la matriz energética nacional, enfocándose inicialmente en la especialización de profesionales y en una propuesta de regulación y normativa técnica para poder utilizar estos sistemas en viviendas y edificios de diferentes escalas.

Si la generación distribuida mediante renovables cobra impulso, tendremos un sistema eléctrico menos deficitario y acorde al siglo XXI.

Es una tarea que el próximo gobierno debe encarar: para que esto suceda será necesario, entre otras cosas, que la inversión inicial se pueda amortizar en un plazo de 3 a 5 años.

Existe hoy gran expectativa local respecto de futuras políticas energéticas, más allá de la quita de subsidios a las actuales tarifas. Las renovables ya no necesitan incentivos económicos para resultar competitivas, pero sí requieren políticas a largo plazo que garanticen mercados previsibles.

Resulta imprescindible desarrollar la transición hacia un mayor uso de las fuentes renovables. No hablamos sólo de grandes centros de generación en alta tensión, como los parques eólicos que ya se anuncian, sino de poner el acento en pequeñas fuentes de generación que colaboren con su inyección –en el mismo sitio donde la electricidad se consume– contribuyendo a la eficiencia, a la sustentabilidad del sistema y al acceso universal a la energía.

POR ISMAEL EYRAS* 

*Arquitecto, Diploma de Estudios Avanzados, Universidad de Jaén, España; Profesor Adjunto de Morfología FADU-UBA, Taller Forma y Proyecto; titular de Solenarq.; consultor en Iresud.


Fuente: Eyras Ismael (22-02-2016), Las ventajas de la energía solar fotovoltaica, disponible en http://arq.clarin.com/arquitectura/ventajas-energia-solar-fotovoltaica_0_1523848093.html

¿Cómo funciona un sistema interconectado a la red eléctrica?

Un sistema interconectado está compuesto fundamentalmente por paneles solares fotovoltaicos y un inversor que transforma la corriente continua en corriente alterna, sigue el punto de trabajo de máxima generación de los módulos fotovoltaicos, y sincroniza la tensión generada con la proveniente de la red. En el marco del proyecto, se analizará la factibilidad de fabricar dichos inversores en el país, que actualmente son importados.

Un sistema fotovoltaicos interconectado a la red eléctrica genera energía eléctrica para alimentar los consumos de la vivienda y la red funciona como reserva cuando no hay disponibilidad suficiente de energía solar, motivo por el cual dichos sistemas no necesitan acumulación en baterías (que encarecen la instalación).

El consumo normal de una vivienda unifamiliar puede ser satisfecho por una instalación de aproximadamente 2 kWp de potencia pico nominal, potencia que típicamente puede ser provista por 10 paneles estándar de 200 Wp cada uno. A nivel internacional, el costo de estas instalaciones —que se pretenden replicar en distintos puntos del país—, se estima que ronda los tres dólares el Wp
Fuente: http://iresud.com.ar/queres-saber-mas/como-funciona/

Aclaración:
Watt pico (Wp): Unidad de medida de un módulo solar fotovoltaico, que significa la cantidad de potencia máxima que puede generar el módulo a condiciones estándar de funcionamiento (1000 W/m2 , 25°C y 1.5 de masa de aire)


INSTALACIONES PILOTO 


Recomiendo leer:

domingo, 3 de abril de 2016

Expedición al Polo Norte: una hazaña para alertar sobre el cambio climático

3-4-2016
La primera travesía argentina al Polo Norte partirá pasado mañana de la base rusa de Barneo y recorrerá 120 kilómetros sobre el casquete polar



El equipo ensaya el acampe sobre el hielo de Longyearbyen, en el archipiélago de Svalbard.
Foto:Gentileza Tommy Heinrich

Desde que arribaron a Longyearbyen cinco días atrás -su última "base" de adiestramiento en el archipiélago noruego de Svalbard, situada a 1100 kilómetros de su objetivo-, nueve argentinos se aclimatan al frío ártico, practican maniobras de rescate en el hielo y ensayan otras de alto riesgo sobre grietas y ríos congelados para avanzar en su asalto final: conquistar el Polo Norte geográfico, hacer flamear fugazmente la bandera argentina y blandir, en un gesto simbólico hacia el cielo, la encíclica papal Laudato Si', para concientizar sobre el derretimiento de los polos por el cambio climático.

Al llegar al punto más boreal del globo, el grupo se propone llamar la atención sobre esa urgencia medioambiental como una de las amenazas que determinan la "seguridad humana". Este último concepto, acuñado por la ONU, que incluye de manera enfática los efectos sobre el hábitat como parte gravitante en la integridad de los individuos, es el eje de acción de la Fundación Criteria, la ONG impulsora de la gesta polar.

En poco más de 48 horas, la primera expedición argentina al Polo Norte (PEPN) emprenderá sobre esquíes, empujando trineos y con temperaturas de -25°C, una travesía de 120 kilómetros por el casquete polar, hasta alcanzar la latitud de 90°00''N. Se trata de la primera misión de carácter nacional, luego de que el 10 de abril de 2013 otro argentino, el andinista Juan Benegas, completó la misma hazaña en siete días junto a cinco expedicionarios rusos.

Pasado mañana, ocho de los nueve expedicionarios partirán cerca del mediodía desde Barneo, la estación rusa transitoria, montada durante dos meses sobre la masa polar derivante, a dos grados del Polo Norte y administrada por el Instituto Ártico-Antártico ruso.

El noveno expedicionario permanecerá en Barneo para servir de enlace y coordinar eventuales salvatajes. Unir los 120 kilómetros de travesía "buscando en el terreno la ruta más directa y segura" les demandará entre una semana y 10 días de caminata y acampe polar, en la que avanzarán a razón de 10 a 15 kilómetros diarios. Arrastrarán 50 kilos de peso cada uno y cuando el suelo se vuelva líquido, por "ríos o lagunas de mar" los trineos de fibra de vidrio actuarán como canoas y los esquíes, como remos.

Según contaron los expedicionarios a LA NACION antes de emprender la aventura, que partió de Buenos Aires el 28 de marzo pasado, el ritmo de la patrulla está condicionado por el viento y el frío junto al movimiento de las corrientes marinas y la deriva de los hielos, que pueden achicar o alargar las distancias. Puede suceder que un día la masa polar derive hacia el Sur, y que otro día lo haga en sentido opuesto, lo cual vuelve imposible establecer el tiempo de la travesía, explican.
Foto: Infografía Gabriel Podestá

Los expedicionarios deberán soportar sensaciones térmicas de hasta -50°C por los vientos blancos, sortear grietas y superficies de hielo inestables y estar alertas ante el acecho de osos polares. Aunque en esas latitudes tan inhóspitas será difícil toparse con ellos, dicen.

El grupo está bien preparado, luego de un año de entrenamiento intensivo, que incluyó desplazamientos por glaciares en el Tronador y en Caviahue. Pero la mayoría está acostumbrada a esas condiciones extremas: todos son experimentados andinistas. Y, en su mayoría, integrantes de las fuerzas con adiestramiento especial del Ejército. Entre ellos, hay tres "antárticos", dos de los cuales llegaron en 2000 al Polo Sur tras recorrer durante dos meses y medio más de 5000 kilómetros en motos de nieve desde una de las 13 bases argentinas, y soportando temperaturas de -70°C. También se sumó a la misión como fotógrafo y documentalista Tommy Heinrich, el primer argentino en hacer cumbre en el Everest, quien atesora más de siete expediciones a los montes del Himalaya y otras cinco cumbres en el Aconcagua.

Pero más allá de la épica extrema y del mensaje ambiental, el grupo colaborará con el Instituto Antártico Argentino (IAA) en la recolección de muestras de agua a cinco metros de profundidad y en la perforación del pack de hielo en diferentes latitudes para que los científicos locales puedan realizar comparaciones entre las condiciones en ambos polos. La misión, que se lleva adelante durante la primavera boreal y está signada por noches blancas (días de 24 horas de luz solar), aprovecha la ventana climática para la transitablidad sobre el océano Glaciar Ártico.

Jefe experimentado

Liderado por el general Víctor Figueroa, quien comandó la segunda expedición argentina que llegó al Polo Sur en 2000, el grupo se completa por los coroneles Gustavo Curti e Ignacio Carro; los tenientes Emiliano Curti y Juan Pablo de la Rúa; el ingeniero Santiago Tito, presidente de la Fundación Criteria y oficial de reserva del Ejército; el suboficial mayor Luis Cataldo, guía polar y responsable de conducir al grupo por suelo seguro en la expedición al Polo Sur, y Heinrich.

"Es un sueño que finalmente se concreta", dice Figueroa, de 59 años, el argentino con mayor experiencia en la Antártida: suma 20 campañas en el continente blanco, cuatro invernadas de un año, y es ex director antártico. "Nuestra idea es que, como hay ciertos lugares en el Ártico que están a la misma latitud de nuestras bases, pensamos llevarle al IAA material nuevo para que los científicos lo comparen", contó Figueroa.

Está previsto que la patrulla emprenda la travesía sobre esquíes durante jornadas de ocho horas, con breves pausas cada una hora y media para beber algo caliente y mantener la energía mediante la ingesta de frutas secos. "Es fundamental no detenernos, para no enfriarnos. Tendremos dos comidas (desayuno y cena) con alimentos liofilizados. El armado de las tres carpas, el derretimiento de agua para consumo y abastecimiento para el día siguiente, junto con la obtención de muestras con unos taladros especiales, insumirán gran parte del tiempo libre", explica Figueroa.

Respecto de los riegos de la expedición, el líder lo pone en estos términos: "Los principales son el frío extremo, que a diferencia del de la Antártida es mucho más húmedo, y un pack de hielo más inestable por efecto de las corrientes: Al ser océano congelado, en ciertos lugares el movimiento de las corrientes puede ir limándolo". Asimismo, hay planes de contingencia ante sucesos que puedan comprometer el desarrollo de la expedición. Para el caso de meteorología extrema con viento blanco y blanqueo -apunta Tito-, se sacrifica la progresión de avance por la seguridad del equipo.

Frente a accidentes sin compromiso de vida se brindan los primeros auxilios o en caso de que uno no pueda desplazarse por sí mismo, se dispone de un trineo como camilla y se continúa con la travesía. Si la situación planteada compromete la vida de uno o más integrantes de la expedición, se dispara un alerta y alarma de emergencia a la base de apoyo y se inicia de inmediato una operación de rescate y evacuación helitransportada.

La ruta hacia el Polo Norte



Fuente 
Gaffoglio, Loreley  (3-4-2016), Expedición al Polo Norte: una hazaña para alertar sobre el cambio climático, disponible en http://www.lanacion.com.ar/1885677-expedicion-al-polo-norte-una-hazana-para-alertar-sobre-el-cambio-climatico

Recomiendo visitar los siguientes sitios web de la Expedición Argentina al Polo Norte 2016:

sábado, 2 de abril de 2016

Observar Aves Silvestres


Los docentes antes de ir a la escuela preparan cómo abordar los contenidos a enseñar. Muchas veces cuando se escriben las actividades para la clase sobre "la biodiversidad de la zona" es necesario buscar diferentes recursos para conocerla y aprender a cuiarla. 
Observar las aves es una muy buena opción, en las reservas y clubes de observadores  se organizan salidas para conocerlas.


AVES ARGENTINAS  es una entidad civil sin fines de lucro que trabaja para revalorizar el vínculo de las personas con su entorno natural, brindando un espacio para los amantes de la naturaleza y desarrollando proyectos y actividades de conservación, investigación, educación y difusión. Y en su página web ofrece varios materiales entre los que se encuentran los siguientes documentos que son guía muy sencilla y útil para valorar y avistar las aves. 

PDF para leer y descargar 

PDF para leer y descargar


Fuente:
Aves Argentinas, disponible en http://www.avesargentinas.org.ar/12/index.php

viernes, 1 de abril de 2016

Tecnología aplicada al seguimiento de aves migradoras


Tecnología aplicada al seguimiento de aves migradoras

Todos algunos vez nos topamos con especies que vienen al país tras volar miles y miles de kilómetros. Son las aves migratorias. En el mundo, cada año 50 mil millones de individuos emprenden sus viajes con variados destinos y los científicos las siguen de cerca con ayuda de diferentes tecnologías.





Toda la población humana del mundo multiplicada por siete es la cantidad de aves que cada año emprenden su vuelo migratorio para encontrar un mejor lugar en el planeta donde tener cría, pasar el invierno u otras razones aún desconocidas. Los cielos son testigos de su epopeya, que sólo en América del Sur supera a las 230 especies, y que por su magnitud se ubica tercera en el mundo. Desde la tierra algunos observadores a veces las avistan por casualidad, mientras los científicos no les quitan los ojos de encima, porque ellas despiertan numerosos interrogantes, desde saber cómo son sus rutas, qué hacen, cómo viven y cuál es su importancia.

“Cuando en 2005 estalló el caso del virus de la influenza aviar de alta patogenicidad (la famosa cepa H5N1) y que las aves migratorias podrían participar en su diseminación, surgió por parte de las autoridades nacionales una necesidad urgente de contar con información sobre el tema”, recuerda Víctor Cueto, del Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica de CONICET y Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. “En ese momento, si bien contábamos con información general, por ejemplo, que no había migraciones de aves entre Asia y América del Sur; muchas de las preguntas que teníamos eran imposibles de contestar y se necesitaba desarrollar proyectos de largo plazo para lograr responderlas”.

Bandadas que en algunos casos pueden portar pestes y, en otros, por el contrario, combaten plagas de insectos. También participan en la diseminación de semillas, y resultan claves para regenerar bosques dañados por cataclismos, como se demostró en Patagonia. Además, colaboran en la polinización, y en algunos casos, si desapareciera el ave migratoria, generaría problemas en ciertas plantas. Van de aquí para allá. ¿Por qué? “Esa pregunta aún no tiene una respuesta concreta. Existen varias hipótesis. En principio, estarían buscando sitios apropiados para reproducirse, disponibilidad de alimentos y hasta lugares de nidificación”, indica Diego Tuero, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (Exactas-UBA).

¿Hacen siempre el mismo camino? ¿Cómo se orientan? ¿Vuelven todos? Los interrogantes se suceden y las respuestas deben sortear numerosos desafíos ya que se debe seguir al objeto de estudio a metros de altura y por miles de kilómetros de extensión. “Uno de los problemas que se plantea es la logística para estudiar este tipo de especies. Igualmente, en los últimos años ha habido desarrollo de tecnología y metodología que nos han permitido conocer un poco más sobre la ecología y su biología”, remarca José Hernán Sarasola, del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa.

Datos al vuelo

Hace tiempo que lo están esperando en la Patagonia. ¡Al fin regresaron! Uno de ellos está en la mira porque carga una mochila de medio gramo de peso con tonelada de información. Atrapar con una red a este individuo de 16 gramos de peso es la primera opción. Si esta estrategia falla, los científicos le tenderán la trampa de “la momia”. Se trata de un modelo hecho a su imagen y semejanza pero de porcelana fría, que no está solo. Cuenta con un grabador que emite sus vocalizaciones o cantos de defensa e intenta hacerle creer que hay un intruso en su territorio. Al pretender desalojarlo, el incauto debería caer capturado. Si este plan B también sucumbe, queda esperar a que forme su nido, críe a su familia y, en un descuido, apresarlo sin dañarlo, para quitarle el tesoro: el geolocalizador, un dispositivo que guarda datos clave del viaje migratorio, en este caso, del fiofío silbón.

“Me dio miedo que el ave se me escapara durante el proceso de sacar el geolocalizador, algo que puede suceder, o bien que el dispositivo se cayera al pasto cuando lo quitaba, y no encontrarlo”, relata Cueto sobre la primera vez que logró recuperar el aparato de 2,5 centímetros colocado en un fiofío silbón en Esquel. “Si bien en ese momento estaba muy entusiasmado –agrega–, la parte más eufórica fue en la oficina cuando conectamos el geolocalizador a la computadora y vimos que tenía registros almacenados porque muchas veces al ser instrumentos tan pequeños fallan y no graban”.

Un programa procesó los datos que el ave había cargado sobre sus espaldas y permitió generar un mapa por donde el animal había estado. “Comprobar que había migrado desde Esquel hasta la zona de Espíritu Santo, en Brasil, fue un momento inolvidable y bien valió los días que pasamos en el campo. Por supuesto, a la noche hubo brindis y muchos mensajes entre quienes compartimos la pasión por conocer algo de la biología de las aves”, confiesa Cueto.

Este aparato fue el primero de los siete que, hasta el momento, los científicos lograron recuperar en Esquel. En total, ellos habían colocado estos dispositivos a 35 aves que durante la primavera-verano viven en los bosques patagónicos donde hacen sus nidos y se reproducen. En otoño viajan cinco mil kilómetros para pasar el invierno en el norte de Brasil. “Los datos son almacenados en una memoria permanente cuya retención dura más de veinte años. Por lo tanto, esperamos en el futuro recuperar algunos más”, señala Cueto, quien junto a su equipo aguardará divisar aves con un anillado particular de colores en su pata. Se trata de la señal colocada en el animal para advertir de que carga con un geolocalizador.

Estos minúsculos dispositivos “tienen el potencial de revolucionar nuestra comprensión de cómo las aves migran y las amenazas que enfrentan en el cambiante paisaje de América del Sur”, habían señalado Cueto y Tuero, entre otros, en la revista The Auk, de la Unión Americana de Ornitólogos, en 2013. Y los datos obtenidos les dan la razón al tirar por la borda creencias equivocadas. “Antes de nuestros trabajos se consideraba que las aves migratorias de América del Sur era un sistema formado por especies que realizaban migraciones de corta distancia”, relata Cueto, y enseguida remarca que sus estudios en tijeretas y fiofíos silbadores “demostraron que las aves realizan migraciones de muy larga distancia (en algunos casos de más de 5000 kilómetros), similares a las que realizan especies de Norteamérica o Europa”.

Tijeretas a la vista

Bien conocida en la llanura pampeana por su larga cola que duplica en largo a su cuerpo, la tijereta suele posarse en ramas y alambrados durante la primavera y parte del verano. A fines de febrero ya pasó el período reproductivo, y los extenuantes doce días en que le dieron de comer a los pichones literalmente cada ocho minutos. Al fin, las crías están listas y es hora de prepararse para un largo viaje. En plena ansiedad migratoria, las hormonas se disparan, los animales están inquietos y comen más. “Algunas especies –detalla Tuero– pueden incrementar su peso hasta un ciento por ciento. Metabolizan el alimento más rápido y lo guardan como grasa”.

Es tiempo de volver a casa, a pasar el invierno. Seis de ellas cargarán con geolocalizadores, que “tienen –indica Tuero– un sensor para medir la intensidad de luz. Con un programa de computación especial de acuerdo con la duración del día según la época del año se puede saber en qué sitio estuvo”. Los cálculos se realizarán a su regreso cuando se logre atrapar a las aves que lleven en sus espaldas estos diminutos artefactos, que no deben superar el 3% del peso de la tijereta. Como estas aves paseriformes, más conocidas como pajaritos, son muy livianas, no se les puede cargar con un aparato de posicionamiento global (GPS), que hace un seguimiento en tiempo real y totalmente preciso. Estos dispositivos más pesados se pueden usar en aves de mayor tamaño como las rapaces.

Mientras se aguarda a que se desarrollen GPSs ultralivianos, los geolocalizadores aportan lo suyo. “A partir de estos aparatitos sabemos que las tijeretas atraviesan el Amazonas, van por Bolivia y llegan a los llanos de Colombia y Venezuela”, precisa Tuero. Acumuladoras de millas, pueden volar unos 66 kilómetros por día, durante unas 7 a 12 semanas, y recorrer más de 4100 kilómetros. ¿Cómo se orientan? “Las aves pueden ver la luz polarizada, en distintas longitudes de onda. Algunos proponen que pueden guiarse por el ultrasonido del viento al chocar sobre los bordes de la montaña. Lo más aceptado es que se orientan por la posición del sol y las estrellas y el geomagnetismo terrestre”, dice Tuero, quien resalta la existencia de bandadas juveniles que nunca antes habían migrado y logran hacer solas la ruta migratoria. “Aquí hay un patrón genético que explica la migración. Pero hay especies que pueden pasar de ser migradoras a residentes (no migrar) en pocos años y ahí no hay genética que lo explique”, subraya el científico desde el Departamento de Ecología, Genética y Evolución, en Ciudad Universitaria.

Otra cuestión que trae cola es justamente su cuerpo, que no la ayuda mucho a la hora de volar lejos. “Es llamativa su larga cola, que le podría generar altos costos aerodinámicos para migrar. Debe invertir más energía en moverse”, indica Tuero, que justamente estudia en detalle este tema.

Tanto en las tijeretas como en todas las aves migratorias, el gasto energético que realizan en su periplo es tremendamente alto. “De hecho, es uno de los eventos más costosos que tienen estos organismos. La supervivencia promedio ronda un 30%”, indica Tuero. En otras palabras, para la gran mayoría resulta un viaje de ida, entonces por qué lo hacen. “Uno debería pensar –responde Tuero– qué sucedería si se quedan, tal vez no se reproducirían o su reproducción mermaría mucho. En definitiva, no migrar sería más costoso”, responde.

Nubes de aguiluchos

Exhaustos, extenuados, los aguiluchos langosteros arriban cada año a la llanura pampeana argentina desde el lejano oeste de América del Norte, tras volar unos diez mil kilómetros en algo más de cincuenta días. “Llegaban con tal cansancio al campo bonaerense que prácticamente se los podía agarrar con la mano”, relatan viejos naturalistas sobre estas aves rapaces, que en Estados Unidos y Canadá viven en pareja, aisladas unas de las otras, pero cuando llega el momento de migrar todo cambia.

“En la previa a la migración –marca Sarasola–, los individuos se congregan, van perdiendo el comportamiento territorial y se forman bandadas cada vez más grandes. Salen en dirección al sur, a través de Centroamérica, por donde se ha contabilizado que pasan varias decenas de miles por día. Son nubes. Los aguiluchos tienden a viajar sobre el continente, es raro que lo hagan sobre el agua”.

Su vuelo es parecido al del buitre y al que los humanos recrean con un parapente. “Usan una técnica de planear en corrientes térmicas que los elevan verticalmente, luego las aves se dejan caer y descienden hasta que vuelven a encontrar otra corriente de aire ascendente. Esta es la forma más económica desde el punto de vista energético para hacer un viaje tan extenso”, explica Sarasola.

Cadáveres y cadáveres dispersados por los campos argentinos en la década del 90 encendieron la luz de alarma. En ese momento, investigadores estadounidenses y argentinos registraron más de 5000 aguiluchos envenenados por un tóxico o por alimentarse de langostas tratadas con insecticidas. Se trataba de un producto organofosforado, de nombre comercial Monocrotophos. “A raíz de las mortandades y del hecho de que se trataba de una especie migratoria, en la cual tenían intereses otros países con gran peso como Canadá y Estados Unidos, el producto ha sido eliminado del mercado en muchos países del mundo”, relata Sarasola, y enseguida agrega: “En la Argentina, en 1998 se prohibió su uso, y desde entonces no se han registrado más casos. Fue un logro muy grande. Las instituciones e investigadores que participaron tuvieron reconocimiento internacional porque en muy poco tiempo se pudo detener en la Argentina un proceso que iba a poner en riesgo las poblaciones de esta especie”.

¿Esta mortandad masiva afectaba a todos por igual o alguna población en particular? ¿Estos miles de individuos sobre los campos arados pampeanos provenían todos de Idaho en Estados Unidos o de Saskatchewan en Canadá? “Se lanzaba como hipótesis que los aguiluchos mientras viajaban se segregaban, es decir mantenían su grupo según su lugar de cría. El estudio con isótopos estables permitió responder estas preguntas”, precisa Sarasola.

Las plumas de las aves guardan su marca de origen: ciertas particularidades que permiten descifrar de qué región del planeta provienen. “A partir del análisis de isótopos, uno puede saber dónde creció el individuo”, indica. En el caso de los aguiluchos, el estudio demostró que en nuestro país se mezclan y no se agrupan por sus lugares de cría. “Por lo tanto, la mortandad registrada en el hemisferio sur no iba a afectar a una sola población en el hemisferio norte, sino que sus efectos se diluirían entre todas. Y eso fue lo que pasó”, comprobó Sarasola.

Otra de las viajeras incansables es muy famosa, y esperada con fiestas populares, bombos y platillos; además de tener refranes y canciones con su nombre. Tampoco escapa al estudio de los científicos, como el profesor David Winkler, de la Universidad de Cornell, que dirige el proyecto “Golondrinas de las Américas” (http://golondrinas.cornell.edu). Ellos, como otros investigadores de aves migratorias, no pierden de vista su objetivo, pero también voluntarios o aficionados pueden sumarse a través de distintas organizaciones internacionales y locales a disfrutar de sus observaciones. Se trata de elevar la mirada alto, bien en alto; descubrir un mundo; y echarse a volar sin despegar los pies de la tierra.
Por Cecilia Draghi

Fuente
Draghi Cecilia (1-4-2016): Tecnología aplicada al seguimiento de aves migradoras, disponible en http://nexciencia.exactas.uba.ar/seguimiento-aves-migradoras-fiofio-silbon-agiluchos-tijeretas-diego-tuero-victor-cueto-jose-sarasola