jueves, 18 de julio de 2019

El INTI implementa medidas para reducir el consumo de energía en la Base Marambio

"Yo creía que el frío era psicológico, hasta que vine a la Antártida"

Yo creía que el frío era psicológico, hasta que vine a la Antártida", dice Lucas Carol, el jefe de la Base Marambio. No hay mejor forma de resumir la sensación de frío eterno que experimentan quienes se mudan por un año al continente blanco. Pero, este invierno, las condiciones son distintas. No es que no haga frío. "En este momento, tenemos vientos helados de unos 120 km/h y 20 grados bajo cero que se sienten como - 45°", detalla Carol, en diálogo con LA NACIÓN desde el comando central la Antártida argentina. Sin embargo, cambios muy puntuales en la infraestructura de la base los tiene como protagonistas de un invierno con mejor calidad de vida: algo tan simple como el cambio de las ventanas del ingreso por unas adecuadas para temperaturas extremas y en la estructura que recubre al edificio, permitió que la temperatura interior pegara un salto de 36° grados: pasando de 18° bajo cero a unos confortables 18 grados sobre cero.

No sólo eso: cuando se hayan cambiado las 118 ventanas de la base, esto permitirá reducir un 40% el gasto energético. Los resultados alientan a impulsar mejoras en la llamada calefacción pasiva de los hogares.

Ocurre que realizar mejoras en el aislamiento térmico de una construcción, incluso si se trata de viviendas en una gran ciudad, permite bajar hasta un 30% el gasto en calefacción, explican los especialistas. De hecho, a partir de este año, los fabricantes de ventanas están obligados por las nuevas normas IRAM a colocar una etiqueta de eficiencia energética, como la de los electrodomésticos, que permita a quien la compra saber cuán efectiva es esa abertura para conservar la temperatura interior.

Las viejas ventanas con marco de madera
fueron reemplazadas por nuevos paneles fijos con triple vidrio

Ventanas polares

La prueba piloto en Marambio se hizo en el ingreso, donde está el museo. "Es la puerta argentina a la Antártida. Hasta el invierno pasado, hacía tanto frío como afuera. Teníamos que caminar con cuidado porque había hielo en el suelo y eran frecuentes las caídas y resbalones. Ahora, cuando se entra se siente el calor, como cuando uno llega a su casa", explica Carol. No solo eso. Hasta el año pasado, los cuadros del museo, que recorre los casi 50 años de historia de la base, sufrían las inclemencias de tiempo: los vidrios se partían y las láminas se mojaban. Los habitantes de la base debían andar vestidos con pesados buzos térmicos de entre 4 y 5 kilos, y mamelucos que se acartonaban por el frío. En las paredes había escarcha, como si el interior de una heladera y en el techo se formaban estalactitas de hielo, por la condensación de la humedad.

"Este es un proyecto de modernizar la base y mejorar la eficiencia energética", explica Carol. "Para eso, atacamos la generación de energía y bajamos el consumo", agrega. Lo primero fue convocar a expertos. El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) aportó los especialistas que el invierno pasado viajaron a la Antártida e hicieron un relevamiento. "Las estructuras de Marambio estaban en estado de obsolescencia y el consumo energético en calefacción era excesivo, incluso teniendo en cuenta las condiciones de frío. Había mucha pérdida de calor por aislaciones con materiales poco eficientes", explica Tomás Bernacchia, director de Eficiencia Energética del INTI. "Cuando se apagaba la calefacción, en el sector de comedor y habitaciones la temperatura bajaba rápidamente de 18 grados a 10°, por falta de aislación térmica. La calefacción volvía a encenderse constantemente", explica.



El problema no sólo estaba en las ventanas, que tenían marcos de madera y doble vidrio, en mal estado. Eran las mismas estructuras de 1969, cuando se inauguró la base. Los muros y cerramientos exteriores ocasionaban también una enorme pérdida de calor. Las paredes de la base Marambio son de aluminio. Algunas tienen cámara de aire y aislación térmica con polietileno expandido. Pero como el aluminio actúa como puente térmico, en invierno, cuando afuera todo es nieve y hielo, las paredes eran una heladera. En otras bases antárticas más modernas, se usa aluminio compuesto y materiales más nuevos, que tienen buen nivel de hermeticidad y aíslan.

"La energía más eficiente es la que no se consume"

Tres meses después de aquel primer viaje, los expertos del INTI volvieron con representantes de distintas empresas con eficiencia en el uso de materiales certificada, que estuvieran dispuestas a donar las estructuras para probar sus equipos en la Antártida. Tecnoperfiles aportó los marcos de PVC, que aíslan las ventanas, la empresa VASA aportó las ventanas de triple vidrio, diseñadas en conjunto con Climanet. La firma Isover se encargó de las aislaciones y Durlock, de los revestimientos.

Las nuevas ventanas en el acceso a la base Marambio

"La prueba de fuego se hizo en el acceso. Los resultados fueron inmediatos", dice Bernacchia. "La energía más eficiente es la que no se consume. Con pautas de diseño se puede hacer mucho para bajar el consumo.", agrega.

"En el primer viaje, llevamos marcos y vidrios y se realizó el cambio en el acceso. Además, se hizo una capacitación para cambiar el resto de las 118 ventanas exteriores, ya que es la misma gente que vive en la base quien lo tiene que hacer. Se tienen que dar las condiciones climáticas: que no haga mucho frío, que no haya humedad y que el cambio se haga rápido, porque sino se enfría toda la base", dice la arquitecta Adriana López, jefa de proyectos de Tecnoperfiles.
Del viento y el sol

Este año se cambiaron todas las luces y se instalaron sensores de movimiento. Además, se compraron tres generadores más eficientes, que redujeron un 25% el consumo. En pocos meses, la reducción del gasto pagó los equipos. Además, están esperando al verano para instalar un generador de energía solar, que aportará el 9% del consumo, y un generador eólico, que se alimenta tanto de los fuertes vientos como de las bajas temperaturas para cubrir un 15% de la energía que requiere la base.


Los especialistas del INTI trabajaron en el relevamiento y cambio de ventanas

La reducción del consumo energético fue del 50%, explica Carol. Y como el sistema consume lo mismo cuando se ubica en un rango que va del 50% al 70%, se traspasó a electricidad todo lo que funcionaba a gas.

"Sólo este mes ahorramos 15.000 litros de combustible, que significa unos tres millones de pesos", explica Carol. Esto, porque en las bases se utiliza el petróleo antártico, que es un combustible especial que es el único que no se congela, pero cuesta unos 225 pesos el litro.

También se realizó un cambio en la compra de vestimenta para quienes viven en la base: se optó por una empresa nacional que produce indumentaria técnica especial para condiciones de frío extremo. "Dejamos de usar esos buzos de 4 o 5 kg, para usar unos que pesan apenas un un kilo y medio. Ahora nos vestimos sólo con tres capas. La primera piel es una camiseta térmica que evita el contacto de la piel con la transpiración. La segunda, vuelve a aislar el sudor y el buzo", detalla el jefe. "Acá, cuando hay un temporal salimos todos a palear nieve. Pasamos unas tres horas en el exterior. Antes, al transpirar la primera capa de ropa, corríamos el riesgo de que esas prendas se congelaran. En la Antártida aprendés que el frío no es psicológico. Tenés que tenerle respeto, porque acá el frío te mata", concluye.


Evangelina Himitian (26-06.2019), "Yo creía que el frío era psicológico, hasta que vine a la Antártida", disponible en https://www.lanacion.com.ar/sociedad/yo-creia-frio-era-psicologico-vine-antartida-nid2261688

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